Una de las disyuntivas habituales en el camino espiritual -y también en el día a día– cuando llega uno a tratar la energía de corazón (9-fuego en el Ki, Aino en la cultura Shizen, Anahata en el camino indio) es el de dónde situar la frontera entre el propio interés y el del otro. Es algo que se vive con cierto desasosiego, como una contradicción, muchas veces irresoluble.
La energía de corazón es generosidad, es luz, es guía… es tolerancia, paciencia, inclusión… Es liderazgo -¡cuántas veces me he visto recordando en estos días de conceptos de liderazgo confuso, que liderar es generosidad y paciencia por encima de todo…! La energía de corazón es compasión.
Y resulta claro que es también, y antes, el camino a la unidad, de todos con todos, de todos con el Todo… Es la energía que está en el medio de los 9 Tengu en la cultura Shizen -es el quinto-, reside en el chakra central en la tradición india -el cuarto entre el triángulo inferior y el superior-, es la unión de la dualidad, de ambos triángulos, en la estrella de David (gracias Rik Vermuyten por enseñarme tanto simbolismo oriental)…
El problema, sin embargo, es que antes de llegar a ese punto proximidad con la Unidad -y nos queda tanto a tantos- necesitamos herramientas más simples, más cercanas a nuestra humanidad, a nuestro nivel de desarrollo actual; una especie de avatares de la versión completa.
En esas estamos, de ahí nace la duda que planteábamos.
Y así estando nosotros, entonces, ¿qué podemos hacer cuando tenemos esa pareja que es como es, y cuya manera de ser, aunque nos llena, también nos hace daño? -pero… ¿por qué te hace daño? Preguntaría mi querido Shidoshi Jordan… incitando a la autoreflexión y al cambio de punto de vista, incitando al giro copernicano que nos ponga a nosotros mismos en el centro de la cuestión y no al otro.
Qué hacer, en definitiva, cuando creemos que debemos aceptar a esa persona como es, porque lo contrario no es querer, sino sólo «quererse», pero al tiempo, queremos, necesitamos, nuestro propio espacio, nuestra propia manera de ser, ser nosotros mismos -¡algo tan justo también… mi derecho!-, resultándonos esa otra manera una carga.
Como tantas veces en la pregunta está la respuesta. Porque en definitiva, y tal y como intentaba ayudarnos Shidoshi Jordan con su pregunta, la clave está en por qué ello resulta para ti, o para mi, una carga. Por supuesto que si te hace daño no tienes por qué cargar con ello, ¿por qué habrías de hacerlo? Por supuesto que es, como piensas, amor y generosidad dar incluso cuando no te apetece… Por supuesto que puedes elegir con quien compartir tu vida. Pero, ¿por qué te hace daño y no te lo hace otra cualquier otro defectillo al que no le das importancia? ¿por qué tienes que obligarte a dar precisamente con eso? ¿por qué necesitas apartarlo de tu vida? Y si el punto está más allá de todo eso… ¿y si la energía de corazón está más allá?
Por otro lado, ¿puedes siempre realmente dejar una relación? Decía Siri Tapa que a veces no, porque una pareja es fácil de dejar, pero, ¿y un padre, o un hermano…? ¿y una pareja con la que has tenido un hijo? Y ahí te enfrentas inevitablemente, seas consciente o no, a la pregunta de qué cadávares estás dispuest@ a asumir, a la compresión más o menos correcta de por dónde va a circular la energía acumulada… ¿serás consciente y preverás por dónde…? ¿O harás que estalle por donde sea más débil la estructura…? Con un hijo de por medio, posiblemente resulte cuanto menos irresponsable. Es tan necesario un maestro.
Presencié a Shidoshi Jordan decir una vez a unos seres queridos… pase lo que pase ahora que vais a ser padres, vuestra vida está unida para siempre… él creó un reflexivo e intencional silencio… para dar tiempo… yo, desde la humildad (o la arrogancia, quién sabe), dado quienes estaban escuchando quizá habría añadido un enfático ¿comprendéis?
Me permitiré realmente el riesgo de ir más allá… ¿acaso puedes nunca? ¿acaso es elección tuya? ¿y el momento, es tu elección? ¿depende (solo) de ti? ¿es acaso tu vida es tuya…? En serio, ¿acaso tu vida es tuya?
Si no está en tu camino, y tienes que dejar, sencillamente deja, sin ego… por necesidad… por ley… Es natural.
Pero ten presente, no obstante, que el problema no es dónde situar la frontera de la que hablábamos al inicio, sino la frontera en sí, el concepto de frontera, concepto que precisamente la energía de corazón transciende, ya que la energía de corazón no es otra cosas que transcender la frontera. En este sentido daba como respuesta a esta misma pregunta Siri Tapa apenas lo siguiente: «poco a poco irás creciendo, poco a poco te irás desarrollando…» y como con el silencio reflexivo e intencional de mi otro gran maestro, tuve la impresión de que no llegaba el mensaje… No es que tengas que obligarte a la generosidad… eso no es generosidad… es que aquila non capit muscas y no las cazan, ¡¡porque «no las ven»!! ¡¡Aunque quisieran!! Porque cuanto más alto más pequeños se ven los problemas, es simple «óptica»… cuanto más alto, como quería Shidoshi Jordan que reflexionáramos con su pregunta, menos molesta, porque menos tienes con esa energía -menos tienes pendiente, menos tienes que ver, menos tiene tu ser que ver con ella-, menos en frecuencia estás, menos en sintonía… Y más por tanto, y además, puedes ayudar, si es que ello está en tu camino, en tu historia personal, en tu dharma… Llevándolo a un área más occidental, solo desde un mundo n+1-dimensional dominas uno n-dimensional, sólo desde tal, has transcendido cual.
Cómo vas a ayudar a alguien con problemas con las drogas si tú tienes algo con ello (peligro de caer tú, intolerancia, incomprensión, repudio, desprecio, o simple desinterés…), cómo vas aportar a la vida de alguien con baja autoestima si necesitas tú mismo tanto los resultados que esa persona representa para ti una amenaza, cómo vas a enseñar a alguien a defenderse si tú mismo tienes miedo, o tendencia a la agresividad o un único lenguaje para resolver conflictos…
Dicen los más entendidos que la energía además, de existir como energía crea estructuras… así es el universo -también para la ciencia, energía, fuerza, trabajo… Dicen los aún más entendidos, que cuando te encuentras con una tensión, o una energía, lo que nunca debes hacer, al menos si pretendes ayudar, es ni convertirte en esa energía, ni menos aún convertirte en una que la alimente, que la sostenga… es decir, ni dejar que el fuego te transforme a ti en fuego, ni, menos aún, transformarte en madera que lo alimente… ¡Al menos si quieres apagarlo!
Y la pregunta se impone necesariamente y por sí misma… qué eres tú cuando algo o alguien, una situación, la vives como una carga, cuando te molesta… ¿qué estás tú siendo? ¿Te paras a mirarlo?