
Ogawa Ryu – Sumi-e Sensei Oscar Monsalve analyzes work painted by Shidoshi Jordan Augusto
Ogawa Ryu – 自然の伝統 Shizen no Dentou 再評価 Sai hyōka revaluation by Sensei Oscar Monsalve
Trabajo duro 1 – Talento… 1
La naturaleza humana siempre ha sido proclive al mito. Es una necesidad básica. Y lo es en la medida en que no es otra cosa que una cara de la espiritualidad.
La ciencia, la tecnología, y en general nuestros desarrollos externos, no hacen más que potenciar lo que somos, ya sea a nivel individual o colectivo, aplicada sin discernimiento a algo bueno o malo, a la vez y a todas nuestras fortalezas, a la vez y a todas nuestras debilidades. Y nuestros días, cómo no, son los días del progreso científico-tecnológico-productivo, «el apogeo (necesario) de nuestra civilización» en palabras del Agente Smith… son días de tal desarrollo comunicativo que la potencia de los mitos se superpone sigilosamente a la realidad -si es que son dos cosas separadas- y vivimos nuestras películas personales con todo el peso de la realidad.
Uno de esos mitos es el mito del talento… otro el de que la práctica (deliberada) sola y por si misma -en concreto 10,000 horas dicen, unos 15 años a razón de 15 horas a la semana- puede convertirte en un experto máximo de cualquier cosa.
Seguramente el primero sea el más potente, inundados como estamos de novelas de caballerías modernas, de fantasías holliwoodienses de héroes, elegidos, «chosen one», de clases meritocráticas, de perdedores y ganadores, de ego y grandilocuencias. Claro en las películas -o en las redes sociales, o en la televisión… en la narrativa o el entretenimiento modernos de cualquier tipo, cada vez más influenciado por el lenguaje visual de nuestros días- nada cuesta, uno siempre gana y no se sufre mucho la verdad para conseguirlo, las palomitas o el sofá no lo ponen difícil.
Así vemos gente -especialmente de 40 para abajo- comunicarse de manera lapidaria, grandilocuente, perdonavidas -incluso los que tienen preocupaciones espirituales…- o compartir, ya sea virtual o físicamente, adoptando poses selfie-«chosen one». A nadie escapa -porque sienten su peso consciente o inconscientemente- que es un mundo de apariencia y frustración, un mundo para afuera en el que uno no «es» realmente. Luego, frente al espejo, cuando nada más importa, es, ¡tan vacío…! Tan insatisfactorio, tan leve… Una ola hipertextual sin contenido ni sentido último, llena de drogas físicas, virtuales, materiales, emocionales… a la que es difícil resistirse.
En el lado opuesto está el segundo mito, que nos dice de la mano de Ericsson, que en realidad no se necesitan más que 10,000 horas de práctica intensiva para conseguir estar en el 5% de excelencia en cualquier actividad. Y no está mal, porque rompe con el mito del genio, y con el estrés de estar a su altura, dándonos el mensaje, si lo interpretamos bien, de que desde la humildad, el perfil bajo emocional, y el sumar cada día sin otro sentido o fin que ese mismo, podemos llegar a ser nuestro mejor yo. Lamentablemente a menudo el fin es el mismo: el ego y el ser el elegido, el prota, quedando sólo la cosa en una mera estrategia.
Pues vaya, según parece, conforme van publicándose estudios, las cosas -como siempre- ni son blancas ni negras, y aunque nos gustan las cosas simples -o simplificarlas- ambas cosas resultan necesarias o mejor dicho, que caminos para un mismo resultado hay, no sé si tantos como personas, pero seguro que muchos -y estoy seguro de que casi- y sobretodo que el punto está más en el fin que en el medio puesto que para uno, para cada uno de nosotros, todo empieza y acaba en uno mismo, y no hay otra cosa más que dar con tu mejor tú, hacer las paces contigo mismo, conocerte, encontrarte y desarrollarte sin expectativas, contemplativamente, cada día un poquito más.